En la penúltima noche de las
fiestas marianas, las familias homenajearon a la Virgen con una misa presidida
por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc. El Santuario y Catedral Basílica se
vio colmado de fieles catamarqueños y peregrinos venidos desde distintos puntos
del país.
Durante la homilía, el
Pastor de la Iglesia local resaltó el lugar destacado que tienen los niños y
adolescentes este año para la Diócesis de Catamarca, en el marco de la Misión
Diocesana Permanente, y aprovechó para recordar algunos pasajes de su Carta
Pastoral con ocasión del lanzamiento de este año, el pasado 8 de diciembre.
Instó a las familias a vivir como verdaderos hijos de Dios en la oración. Los
padres deben ser “ejemplos y maestros de oración con sus hijos”, manifestó,
agregando que “los niños aprenden imitando, copiando lo que ven a diario. Y las
enseñanzas de sus padres son recuerdos imborrables que los formarán como
personas y ciudadanos”.
Al finalizar la Liturgia de
la Palabra, se llevó a cabo la renovación de promesas matrimoniales
en la que
más de cien matrimonios prometieron nuevamente amarse y respetarse en la salud
y en la enfermedad y ser responsables de transmitir la fe cristiana a sus hijos
y nietos. El Obispo los bendijo pidiendo al Señor que mantenga encendida la
llama del amor como en el día en que se consagraron el uno al otro y su
bendición llegue a todas y cada una de sus familias.
Posteriormente, en el
momento de presentar las ofrendas al altar, una familia ofreció alimentos no
perecederos, matrimonios acercaron el pan y el vino, que se convertirían luego en
el Cuerpo y Sangre de Cristo.
Antes de impartir la
bendición final, todos los presentes cantaron con fervor a la Virgen del Valle
en las vísperas de la Procesión por las calles de la ciudad.