Durante la mañana del
domingo 3 de diciembre, los servidores y colaboradores del Santuario tuvieron
su momento de especial junto a la Madre Morena del Valle, dentro del novenario,
que nos prepara como Iglesia para iniciar el año que estará dedicado a la
piedad popular. Ministros de la Comunión, Grupo de Liturgia, Sacristanes,
Guardianes de la Virgen, Colectores, Damas de la Virgen, Florería, Secretaría, Hospedaje
del Peregrino, Sala de Promesas, Servidores Marianos, Acción Católica Catedral,
Consagrados y Devotos
de María, Servidores-Cadena de la Virgen, Voluntarios de
María Solidaria, Museo de la Virgen, Servidores en la Gruta, Equipo de la
Revista Stella, Músicos y Coros, se dieron cita a los pies de la Madre Morena,
a quien sirven durante todo el año, pero muy especialmente en las dos
festividades.
La misa fue presidida por el
Rector de la Catedral Basílica, Pbro. José Antonio Díaz, quien en su homilía
reflexionó sobre el Adviento, que se inició este domingo, expresando que “es el
tiempo de esperanza y vigilante espera en el Señor, preparándonos para la Navidad…
Iniciamos
este tiempo de Adviento conscientes de nuestro pecado, de nuestra
necesidad de salvación, pero también de que Dios se ha hecho hombre, y nos ha
abierto un camino de amor, de fraternidad, de solidaridad y de compromiso
concreto con la necesidad de su pueblo”
También afirmó que hoy “nos
ha ganado ese espíritu de mundanidad, como le gusta decir al Papa Francisco,
que nos mantiene entretenidos, estamos distraídos porque no nos damos cuenta de
los dones de Dios y nos ponemos tristes y melancólicos y no sabemos qué hacer
con la vida”. Agregó que “la sociedad de consumo nos ha llevado
a pensar que
podemos llenar el alma comprando cosas, por eso la Navidad se llena de cosas,
pero está cada vez más vacía de amor, de encuentro, de fraternidad. La Navidad
ha perdido contenido justamente porque ya no esperamos la salvación, lo que
esperamos son las fiestas de fin de año despojadas de todo sentido religioso”.
Frente a esta realidad, dijo
que “el Adviento es una invitación a recuperar el profundo sentido de fe de la Navidad.
Y a nosotros se nos invita a los pies de Nuestra Madre a pensar cómo debemos
vivir este tiempo, que es corto, pero es un tiempo para
recuperar la comunión
con aquellos con quienes tal vez nos hemos distanciado, es tiempo de reconciliación,
de hacer lo que Jesús ha hecho, que es aproximarnos, lo cual significa romper
ese muro que hemos levantado con algunos hermanos, y acercarnos, darles la
mano, pedir perdón. Si esto sucede, la Navidad será la fiesta del encuentro con
Dios y con los hermanos, no de la embriaguez ni del vacío”.
En el momento de las
ofrendas, los distintos sectores que sirven en el Santuario Mariano acercaron
sus ofrendas hasta el altar consistentes en elementos para la atención de los
peregrinos, junto con el pan y el vino.