En la noche del jueves 12 de
abril, quinto día del Septenario, rindieron su homenaje a la Virgen del Valle, las
autoridades gubernamentales provinciales y municipales, durante la Santa Misa
presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, en el Altar Mayor de la
Catedral Basílica.
Participaron de la ceremonia
en representación del Gobierno provincial, los Ministros de Educación de la
Provincia, Lic. Daniel Gutiérrez; de Hacienda, CPN Sebastián Véliz; de
Servicios Públicos, Ing. Guillermo Dalla Lasta; los intendentes de Fray Mamerto
Esquiú, Dr. Guillermo Herrera, y Huillapima, Dn. Omar Soria, con sus
respectivos gabinetes; el Secretario de Cultura y
Deporte de la Municipalidad de
la Capital, Arq. Luis Mauvecín, la diputada provincial Analía Brizuela, entre
otros.
En su homilía, el Obispo
saludó a los presentes y mencionó que “La temática que se nos propuso para esta
jornada versa sobre la Virgen María como Estrella de la Nueva Evangelización”.
Y a partir de las lecturas proclamadas, destacó que “el valor y la libertad son
signos y expresión de la nueva vida del Resucitado que actúa en los creyentes”,
apuntando que “hoy, de forma brutal o sutil, se trata de acallar la Palabra de
Dios y el testimonio de vida, queriendo recluir la fe al ámbito de lo privado e
íntimo, sin posibilidad de manifestación pública, abiertamente en contra de la
tan declamada ‘libertad de expresión’”.
Sobre este punto, “podemos
preguntarnos por la calidad de nuestra fe, por nuestro valor para testimoniar
que Cristo ha resucitado, para decir que debemos obedecer a Dios, a su
Palabra,
a su Evangelio, antes que a los hombres, representado por las modas de turno,
las ideologías y lo ‘políticamente correcto’”.
Para finalizar, rogó “Madre
querida del Valle, vuelve misericordiosa y tenaz tu corazón hacia tus hijos
tibios, para que reaviven su fe, su esperanza y su amor, renaciendo de lo alto,
al calor de la comunidad eclesial y de la cercanía con los pobres, enfermos,
marginados y sencillos de nuestra sociedad, tan herida y maltrecha, pero tan
llena de buenas personas que testimonian, día a día, con su fidelidad a la
gracia del bautismo, la presencia providente y misericordiosa de Dios”.
Los alumbrantes participaron
en la proclamación de la Palabra de Dios y acercaron al altar sus ofrendas.