“Santa María, ayúdanos a ser humildes, serviciales,
acogedores, piadosos y alegres pastores en medio de nuestras comunidades”, rogó
Mons. Luis Urbanc.
Luego de visitar la Ermita de Valle Viejo, como corolario de la
primera jornada del Encuentro de Sacerdotes del NOA, que tiene como anfitriona
a la Diócesis
de Catamarca, en la noche del martes 10 de abril, los obispos y presbíteros de
las distintas jurisdicciones eclesiásticas de la región peregrinaron desde el
Paseo General Navarro, conocido como La Alameda , o Plaza de la Coronación , hasta el
Santuario Mariano.
Previamente participaron de un breve acto en el que se
leyó una reseña histórica de la
ceremonia de
Desde allí peregrinaron por calle San Martín hasta el
Paseo de la Fe
para homenajear a la Madre Morena
en el tercer día del Septenario.
Ubicados en el templo se dispusieron a participar de la
Santa Misa , presidida por el obispo
anfitrión y concelebrada por los prelados y sacerdotes de la región.
Durante su homilía, Mons. Urbanc resaltó que este primer
encuentro a nivel regional, sirve “para no perder contacto entre nosotros y
cultivar lazos de amistad sacerdotal que nos hacen tanto bien como personas y
ministros del Señor. Son muchas las cosas que tenemos en común y esto facilita
el encuentro para abordar la formación permanente que nos merecemos y
necesitamos”.
En consonancia con la temática propuesta para este año en
la diócesis local y eje de la convocatoria sacerdotal, dijo que “una de las
riquezas que necesitamos profundizar es la piedad del pueblo de Dios de la que
somos fruto, de la que llevamos una imborrable marca y de la que necesitamos
alimentarnos diariamente para poder prestar y vivir fecundamente nuestro ser y
quehacer sacerdotal”.
Manifestó que este primer encuentro se realiza “en el
segundo año de preparación para celebrar los 400 años del hallazgo de esta
sagrada imagen de la Pura
y Limpia Concepción, está abocada a profundizar el tesoro de la Piedad Popular ”.
En el tramo final de su reflexión, rogó: “Santa María,
Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, vuelve compasiva tu mirada hacia nosotros,
frágiles e imperfectos sacerdotes de tu amado Hijo; ayúdanos a ser humildes,
serviciales, acogedores, piadosos y alegres pastores en medio de nuestras
comunidades. Que nuestras vidas sean ejemplo de virtud para nuestra gente. Que
no nos desgasten ni nos quiten el entusiasmo de renovarnos en la fe, la
esperanza y la caridad, la rutina, los fracasos y las ingratitudes. Que sepamos
cuidar el orden en nuestras vidas y el conveniente cuidado de nuestra salud
física, psíquica y espiritual. Que jamás permitamos que el corazón se nos
endurezca con un hermano sacerdote, con los que nos molestan, con los que
piensan distinto, con los que nos han hecho daño, con los que pasan
necesidad
de cualquier tipo. Que no caigamos en la arrogancia, la autosuficiencia, el
apego a las cosas o las personas, la sensualidad, la apatía, la mundanidad, la
doble vida, la mezquindad y la avaricia. Madre querida, que no nos cansemos de
seguir el camino de Jesús, obedeciendo al Buen Padre Dios hasta el último
suspiro de nuestro peregrinar, contagiando a todos la bella labor de anunciar
el Evangelio a todos, sin excepción. Madre, suscita para nuestras diócesis
muchas y santas vocaciones”.
Antes de finalizar la celebración eucarística, el Obispo
bendijo presentes que integrantes de la Liga de Madres entregaron a los
visitantes.
Como cierre de esta solemne ceremonia litúrgica, todos
los presentes saludaron a la Madre
del Valle.
TEXTO COMPLETO
DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y peregrinos:
Hoy, y
hasta el jueves al mediodía, nos visitan como peregrinos los hermanos obispos y
sacerdotes del NOA. ¡Qué hermoso colorido le dan a esta celebración! Muchas
gracias por estar con nosotros y con la Madre Morena del Valle. ¡Que reciban muchas
bendiciones en este primer encuentro de sacerdotes que estamos llevando a cabo
en la región!
Desde
hace tiempo en nuestro país se llevan a cabo encuentros de sacerdotes en la
población de Cura Brochero, en Traslasierra, Córdoba, en torno a la figura del
santo sacerdote José Gabriel del Rosario Brochero, ya declarado patrono de los
sacerdotes argentinos. Esto nos llevó a ponernos el desafío de replicar
periódicamente estos encuentros a nivel regional, para no perder contacto entre
nosotros y cultivar lazos de amistad sacerdotal que nos hacen tanto bien como
personas y ministros del Señor. Son muchas las cosas que tenemos en común y
esto facilita el encuentro para abordar la formación permanente que nos
merecemos y necesitamos.
Una de
las riquezas que necesitamos profundizar es la piedad del pueblo de Dios de la
que somos fruto, de la que llevamos una imborrable marca y de la que
necesitamos alimentarnos diariamente para poder prestar y
vivir fecundamente nuestro ser y quehacer sacerdotal. Es por ello que decidimos hacer aquí el primer encuentro, ya que nuestra Diócesis, en este segundo año de preparación para celebrar los 400 años del hallazgo de esta sagrada imagen de
En la
jornada de hoy, por la mañana, Mons. Demetrio Giménez, obispo prelado de
Cafayate, nos introdujo en la temática; y por la tarde fuimos a la parroquia de
san Isidro, en Valle Viejo, donde hermanos de La
Rioja, Orán y Cafayate nos
presentaron el tema ‘Piedad popular y devoción a los Santos’; luego de una
merienda de trabajo, caminamos hacia
En
verdad, lo que hemos vivido nos sirve de mucha ayuda para asumir con nuevo
entusiasmo lo que acabamos de escuchar en los textos bíblicos: *pensar y sentir
lo mismo; *nada tenerlo como propio; *dar testimonio de la resurrección con
mucho valor; *poner las cosas y cualidades en común; *administrar el dinero
correctamente; *atender a los más necesitados; *consolar a los atribulados;
*tener el coraje y la decisión de nacer de nuevo; *renacer del Espíritu Santo;
*hablar siempre de lo que edifica la vida humana; *dar testimonio con alegría
de las realidades eternas y de la santidad de Dios; *estar dispuestos a llevar
la cruz con Jesús; *entregar la vida como sacerdotes para que la gente crea en
Jesús y tenga vida eterna; *cultivar una auténtica fraternidad presbiteral (cf.
Hch 4,32-37; Jn 3,5a.7b-15).
Santa
María, Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, vuelve compasiva tu mirada hacia
nosotros, frágiles e imperfectos sacerdotes de tu amado Hijo; ayúdanos a ser
humildes, serviciales, acogedores, piadosos y alegres pastores en medio de
nuestras comunidades. Que nuestras vidas sean ejemplo de virtud para nuestra
gente. Que no nos desgasten ni nos quiten el entusiasmo de renovarnos en la fe,
la esperanza y la caridad, la rutina, los fracasos y las ingratitudes. Que
sepamos cuidar el orden en nuestras vidas y el conveniente cuidado de nuestra
salud física, psíquica y espiritual. Que jamás permitamos que el corazón se nos
endurezca con un hermano sacerdote, con los que nos molestan, con los que
piensan distinto, con los que nos han hecho daño, con los que pasan necesidad
de cualquier tipo. Que no caigamos en la arrogancia, la autosuficiencia, el
apego a las cosas o las personas, la sensualidad, la apatía, la mundanidad, la
doble vida, la mezquindad y la avaricia. Madre querida, que no nos cansemos de
seguir el camino de Jesús, obedeciendo al Buen Padre Dios hasta el último
suspiro de nuestro peregrinar, contagiando a todos la bella labor de anunciar
el Evangelio a todos, sin excepción. Madre, suscita para nuestras diócesis
muchas y santas vocaciones. Amén
¡Nuestra Madre del Valle, ruega por nosotros!
¡Santo Cura Brochero, ruega por nosotros!