“Que
María los motive a ser servidores de
la verdad, el amor y el respeto”
En la primera jornada de las
festividades, tributaron su homenaje representantes de los distintos medios de
comunicación social, voluntarios de Radio María, Comunicadores de María, página
web Morenita del Valle, programa radial Mateando con la Vida y miembros del
Equipo de Pastoral de Comunicación Social. Lo hicieron durante la Santa Misa de
las 21.00, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada
por el Asesor de la Pastoral de Comunicación Social de la Diócesis, Pbro.
Marcelo Amaya, y los Capellanes del Santuario Mariano, Pbros. Juan Orquera y
Lucas Segura.
La participación de los
alumbrantes se concretó a través de la guía de la celebración, la lectura de la
Palabra de Dios, elevando la oración de los fieles y acercando las ofrendas
particulares y del pan y el vino para preparar la mesa eucarística.
En el comienzo de su
homilía, Mons. Urbanc dio la bienvenida a los alumbrantes y anheló “que la
Humilde Servidora del Señor los motive a ser servidores de la verdad, el amor,
el respeto y, por sobre todo, la discreción”. Asimismo, mencionó a Radio
Nacional, que todas
las noches transmitirá esta celebración eucarística.
Al introducirse en la
Palabra de Dios proclamada, expresó: “La primera lectura, del libro de los
Hechos de los Apóstoles, nos deja un testimonio elocuente de lo que produjo el
acontecimiento de la Resurrección de Jesucristo en el corazón de los creyentes.
Por cierto que, sólo algo tan extraordinario, inédito e inaudito podría
provocar un giro copernicano en la vida de esos primeros discípulos: ‘pensaban
y sentían lo mismo’, ‘todo lo ponían en común y nadie consideraba suyo propio
nada’, ‘nadie pasaba necesidad’. Realmente algo fantástico e increíble”.
En otro tramo de su
predicación, el Obispo dijo: “Que la Santa Madre de Dios nos ayude a hacer
nuestra la convicción del salmista que proclama la eterna Misericordia del
Señor para con su pobre y frágil criatura humana. Y digamos a viva voz: ‘Éste
es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo’. Sí,
queridos hermanos, el Domingo es el día por excelencia, pues es el día del Triunfo
de la Vida sobre la muerte, del Amor sobre el odio, de la libertad sobre la
esclavitud, de la Gracia sobre el pecado. Esto confirmó la Resurrección de
Jesucristo”.
Al dirigirse a los
alumbrantes manifestó: “Ustedes, queridos trabajadores de los medios de
comunicación social, aquí tienen la noticia de las noticias, la Gran Noticia
que tienen la necesidad y el derecho de conocer todas las generaciones humanas,
puesto que es la única que tiene el poder de transformar
profundamente toda
vida personal y social, y otorgar la verdadera y definitiva felicidad a todo
hombre. No se cansen de profundizar en ella y de proponerla para que inspire
los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las
líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la
humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de
salvación (cf. Evangelii Nuntiandi, n° 19)”.
Continuando con su reflexión
indicó: “Un interrogante que acucia a todo ser humano es saber si Dios estará
complacido con el modo de vida que lleva. La respuesta la encontramos en el
texto de la primera carta de san Juan: ‘En esto consiste el amor a Dios:
Por último, afirmó: “¡Qué
preciosa noticia nos da el Evangelio, que acabamos de escuchar! *En primer
lugar, El Resucitado, instaura un nuevo modo de saludar: ‘La paz esté con
ustedes’, puesto que eso ha venido a instaurar y lo instauró con su Pasión,
Muerte y Resurrección. Ya no hay lugar para la tristeza, la angustia o la
desesperación: ¡Él está vivo y vive para siempre!”.
“En segundo lugar, dona el
Espíritu Santo para el perdón de los pecados. Instituye el sacramento de la
Reconciliación para que cuantas veces sucumbamos bajo el peso de nuestra
fragilidad, otras tantas nos levantemos para continuar el camino hasta el
abrazo definitivo con el Padre Celestial”.
“En tercer lugar, la
incredulidad de santo Tomás, tan caritativamente saneada por El Señor, nos deja
una hermosa enseñanza: -por una parte, que no es fe lo que se conoce por
evidencias; y -por otra parte, que necesitamos a los demás en el camino oscuro
de la fe, es decir, que la fe tiene un componente eclesial fundamental. La fe,
si bien es un don de Dios, lo recibimos en el seno de la Iglesia. La fe es un
don de comunión, para la comunión. Todo intimismo y privatismo desnaturaliza la
fe.
Toda la escena se cierra
abruptamente con la lacónica sentencia de Jesús resucitado: ‘Dichosos los que
crean sin haber visto’”.
Por último, exhortó a que
“por amor a los hermanos trabajemos por la paz y que en esta Casa de Dios y
Santuario de Nuestra Madre del Valle busquemos y hallemos la felicidad y
sosiego del corazón”.