“Jamás pierdan de vista que la
Vida es un don de Dios y deben
cuidarla”
El lunes 9 de abril, segundo día del Septenario,
rindieron su homenaje a la Virgen del Valle el
ámbito estatal y privado de la Salud: hospitales, sanatorios, institutos,
Círculo Médico, Colegios Auxiliares de la Medicina: Colegio Médico,
Farmacéutico, Odontológico, Kinesiólogos, Anestesistas, Psicólogos,
Bioquímicos, entre otros; PAMI, OSEP,
SAME, ECA, Emecor y EMI; Pastoral de la Salud, Pastoral de las Adicciones y
Servicio Sacerdotal de Urgencia.
La Santa Misa fue
presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el
Obispo Prelado de Cafayate, Mons. José Demetrio Jiménez, y sacerdotes del NOA,
quienes ya se encuentran en Catamarca para participar del Encuentro Regional de
Sacerdotes, que inicia el martes 10 y se extenderá hasta el jueves 12.
El Santuario Mariano
se vio repleto de trabajadores de los hospitales, sanatorios, obras sociales y
servicios de emergencia médica, quienes arribaron a la Catedral Basílica portando las
imágenes de la Virgen que veneran en sus lugares de trabajo,
acompañados
de sus autoridades, entre las que se encontraba el Ministro de Salud de
Catamarca, Dr. Ramón Figueroa Castellanos.
Durante la ceremonia litúrgica, la proclamación de la
Palabra de Dios estuvo a cargo de representantes del sector.
En un tramo de su homilía, Mons. Urbanc compartió
con los trabajadores del campo
de la salud, “algunos criterios que como católicos
no pueden dejar de lado”, dijo, apuntando que “los agentes de la salud siempre
personalicen y humanicen su trato con los enfermos cuando utilizan los
instrumentos que brindan la ciencia y la técnica. La permanente capacitación en
la propia especialidad o tarea deben hacerla a conciencia, pues siempre
tratarán con seres humanos en quienes tienen que ver a Jesús sufriente y
necesitado de un trato digno y cercano”.
“Respecto de la Vida naciente, jamás pierdan de
vista que la Vida es un don de Dios. El hombre recibe la vida de Dios y
debe
cuidarla según los criterios que Dios dispuso para ello. Un católico siempre
respetará toda vida humana desde su concepción hasta su partida natural”,
enfatizó, agregando que “un católico, que se precie de serlo, protegerá con
especial esmero la vida en su fase terminal terrena. Se esmerará en hacer tomar
conciencia tanto a los enfermos como a sus familiares de la realidad
fundamental y decisiva de la resurrección que le da sentido a todo empeño
humano. Han de capacitarse para saber presentar la esperanza cristiana a los
moribundos y el consuelo a sus familiares. Lo cual ya es una tarea para sí
mismos”.
En lo referente a lo económico, afirmó que “un
católico de verdad tendrá bien claro que la salud no es un ‘negocio’, en el que
el criterio último de su funcionamiento sea el ganar más
dinero, sacar todas
las ventajas posibles, sino un servicio de la más pura caridad cristiana, que
le exigirá utilizar los recursos con sapiencia administrativa”.
Por último, aseveró que “debe quedar en claro que
cualquier hospital o centro de salud, sea como institución, sea a través de sus
agentes, no debe cooperar con ninguna acción moralmente inaceptable”.
En el tramo final de su reflexión, el Obispo rogó a
la Madre del Valle que escuche “las plegarias que elevamos a tu Hijo Jesús, por
medio de tu maternal intercesión, por todas las personas que trabajan en
centros de salud, para que nunca pierdan de vista que el enfermo que llega es
una persona, un hermano, un coheredero de la vida eterna, un otro cristo que
necesita de ellos. Consígueles las gracias que necesitan para poder ser un buen
samaritano, un cirineo, un Misericordioso Jesús para el hermano que sufre, que
está desconsolado o que agoniza”.
En el momento de las
ofrendas, los alumbrantes acercaron al altar, junto con los dones de pan y
vino, alimentos no perecederos y de limpieza, que servirán para la atención de
los hermanos peregrinos.
Al finalizar la
Eucaristía, Mons. Urbanc bendijo las ambulancias ubicadas en el Paseo de la Fe.