En su mensaje, el Obispo
hizo un fuerte llamado a trabajar para alcanzar una sólida formación
intelectual y actitudinal, en el marco del Año de la Formación de los
Discípulos Misioneros. “Sin educación, sin conocimiento se diluye la dignidad
del ser humano”, enfatizó.
La Virgen del Valle ya está
en el Presbiterio de su Santuario para recibir a sus hijos en estos días de
gracia que vive la Iglesia de Catamarca, conmemorando el 126º aniversario de su
Coronación Pontificia.
En la tarde del sábado 22 de
abril, la Catedral Basílica se vio colmada de fieles para acompañar la
tradicional Bajada de la Sagrada Imagen, con la que comenzaron las fiestas
patronales en honor a Nuestra Señora del Valle, que se extenderán hasta el
domingo 30 de abril.
A las 19.00, el Obispo
Diocesano, Mons. Luis Urbanc, trasladó la Imagen centenaria desde el Camarín hasta la urna ubicada en el Presbiterio,
desde donde presidirá las distintas celebraciones, bajo el lema “Discípulos misioneros
como María”. Acompañaron al Pastor Diocesano, sacerdotes del clero local, que
oficiaron de escoltas de la Madre
Morena.
En esta oportunidad, las festividades
se enmarcan en el Año Diocesano de la Formación de los Discípulos Misioneros,
primero de la preparación para vivir los 400 años del hallazgo de la bendita Imagen
de la Virgen del Valle en la Gruta de Choya, que se celebrará en el año 2020.
Estuvieron presentes las principales
autoridades provinciales y municipales, encabezadas por la Sra. Gobernadora,
Dra. Lucía Corpacci, y el Intendente de San Fernando del Valle de Catamarca,
Lic. Raúl Jalil, respectivamente, acompañados por miembros de sus gabinetes. Integrantes
de la Escuela de Cadetes de la Policía de la Provincia y de la Federación
Gaucha de Catamarca realizaron la guardia de honor y custodia de la Imagen.
Luego se rezó el Septenario,
en el que se meditó sobre el tema “María nos convoca a celebrar el amor del
Señor”.
Mons.
Urbanc: “Sin educación, sin conocimiento
se
diluye la dignidad del ser humano”
En el inicio de su mensaje,
Mons. Urbanc expresó: “Nuevamente nos congrega nuestra Madre del Cielo para
conmemorar los 126 años de la coronación pontificia de su Sagrada Imagen que
con tanto cariño y esmero custodiamos y veneramos en este templo, que es su
santuario y la acogedora casa de todos sus hijos que vienen a
visitarla con
diversos propósitos, pero siempre convencidos que Ella es Madre amorosa y misericordiosa,
atenta a escuchar las súplicas de quienes la invocan en sus necesidades y
aflicciones”.
Al referirse a la segunda
etapa de la Misión Diocesana Permanente, explicó que “este primer año de
nuestro trienio de preparación para celebrar los cuatrocientos años del
hallazgo de la imagen de su Pura y Limpia Concepción, en la Gruta de Choya, lo
hemos dedicado a la “Formación de los Discípulos – Misioneros”, que somos todos
los bautizados. Es conocida y siempre cierta la máxima: ‘nadie ama lo que no conoce’.
De allí la necesidad de cada persona de formarse para responder a su condición
de ser humano. Sin educación, sin conocimiento se diluye la dignidad del ser
humano y, por ende, la justa valoración de sí mismo y de los demás”.
Continuando con el tema de
la formación, enfatizó que “se habrán percatado que el gran
déficit educativo,
tanto en la fe como en otros órdenes de la vida, lo constatamos en la familia,
célula fundamental de toda sociedad humana. La ausencia de valores que
impregnen todos los ámbitos de la vida personal y social, es consecuencia de la
apatía por una sólida formación intelectual y actitudinal. Nos hemos dejado
invadir por estereotipos sin discernimiento alguno. Sencillamente se consume lo
que se nos pone por delante. Reina el exacerbamiento de los sentidos, los
gustos, las pulsiones instintivas, el menor esfuerzo y la fruición inmediata.
Todo esto es fruto de la falta de reflexión, de diálogo constructivo, de un
sano espíritu crítico que lleve al descubrimiento y amor de la Verdad, único
camino para la realización y felicidad plena del ser humano, pues para esto fue
creado. Dios no nos hizo para la duda, la incertidumbre o lo pasajero, sino
para la certeza, lo seguro, lo imperecedero”.
Luego exhortó a que “inviertan
tiempo en su formación a fin de que puedan responder con idoneidad a la
exhortación de Dios: “sepan dar razones de su esperanza a aquellos que se la
pidan”. En verdad, tan sólo podemos dar lo que tenemos. Si las bases de la fe
son endebles, lo que se transmita será insignificante, ininteligible y sin
atractivo”.
En el tramo final de su
predicación invitó a todos a dirigir la oración confiada a “nuestra Madre
presente en medio de nosotros y dispuesta a escucharnos en nuestras necesidades”,
dijo.