Mons.
Urbanc: “Todo gobierno, para mantener una eficiente administración,
debe contar con individuos íntegros”
En el tercer día del Septenario,
el martes 25 de abril, rindieron tributo a la Virgen del Valle la Gobernadora,
Dra. Lucía Corpacci, los Intendentes y sus respectivos gabinetes, durante la
Santa Misa presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc.
En el marco del Año de la
Formación de los discípulos misioneros, la Palabra de Dios tuvo un lugar
privilegiado, y luego de la proclamación del Evangelio, el Obispo bendijo a los
presentes con las Sagradas Escrituras.
En su sustanciosa homilía, “de
tinte educativo para ser coherente con la impronta formativa que le damos a
este primer año de preparación al jubileo del 2020”, dijo, Mons. Urbanc se
explayó en el carisma de gobernar, teniendo en cuenta el año electoral.
Primeramente, rescató reflexiones del Papa Francisco, quien, el 16 de
septiembre de 2013, decía que “las dos virtudes indispensables de un gobernante
son el amor al pueblo y la humildad. Un gobernante que no ama no puede
gobernar: a lo sumo podrá disciplinar, poner un poco de orden, pero no
gobernar. ¡No se puede gobernar sin amor al pueblo y sin humildad! Todo aquel o
aquella que va a tomar posesión de una función de gobierno, debe hacerse estas
preguntas: ¿Amo a mi pueblo para servirlo mejor? ¿Soy humilde y escucho a
todos, escucho las distintas opiniones, para elegir el mejor camino?”.
Desde la Doctrina Social de
la Iglesia, apuntó que “la política es una de las formas más altas de la
caridad, porque es servir al bien común. Por tanto, ninguno debería decir: 'Yo
no tengo nada que ver con esto, ellos gobiernan...' ¡No!, yo y tú somos
responsables de su gobierno y debemos hacer lo mejor para que ellos gobiernen
bien y debemos hacerlo participando en política como uno pueda. No nos está
permitido lavarnos las manos, ¡Todos debemos hacer algo!”, enfatizó.
Luego dijo que lo mejor que
podemos ofrecerles a los gobernantes es la oración. En este sentido llamó a que
“demos lo mejor de nosotros, ideas, sugerencias, lo mejor, pero sobre todo,
oración. Recemos por los gobernantes, para que gobiernen bien, para que
lleven
hacia adelante a nuestra Patria, a nuestra Nación, para que haya paz y bien
común".
El Obispo resaltó que “para
lograr buenos resultados en la política y en la gestión pública se requiere
contar con gobernantes y funcionarios que hayan interiorizado los valores y
posean una conducta íntegra, pues son quienes marcan las directrices y operan
las instituciones”.
Al introducirse en la
cuestión ética, el Pastor Diocesano dijo que “el fin de la ética, en política,
es el cuidado de la dignidad humana: que el ser humano sea más humano. Para el
hombre es bueno lo que preserva, fomenta y realiza su humanidad. El hombre ha
de explotar su potencial humano, en aras de una sociedad humana y un ecosistema
intacto, cambiando básicamente su
rumbo de actuación. Su humanidad en potencia
es muy superior a su humanidad en acto”.
En otro tramo manifestó que “una
deliberación exhaustiva en relación tanto a la manera de frenar actitudes
antiéticas en el ámbito público como a la recuperación de la confianza del
ciudadano conduce a la idea de que no es a través de controles externos a los
individuos que realizan la función pública como se impide que éstos cometan
actos indebidos sino que es a través de la sensibilización, del desarrollo de
la conciencia así como del establecimiento de principios internos en las
personas como se podrá evitar la realización de actos contrarios a la ética.
Pretender someter a los hombres por la fuerza del poder o de la ley con
controles externos no es el mejor camino”.
También apuntó que “al ser
las instituciones de carácter público, es importante contar con personal
formado en ética, entendida ésta como la herramienta poderosa que forma la
conciencia de los hombres y desarrolla plenamente su capacidad de juicio”. Por
ello, consideró que “la formación ética es vital en los individuos pues éstos
tienen un carácter eminentemente activo en la marcha y desarrollo de los
organismos. Precisamente, una de las causas que ha provocado la desconfianza en
las instituciones públicas es la ausencia de principios y valores éticos, lo
que da pie al incremento de vicios o actitudes antiéticas tales como la
corrupción, el abuso de autoridad, el tráfico de influencias, etc.”.
“Cuando los hombres públicos siguen una
filosofía ética, se auto-controlan y son responsables de su conducta y de cada
uno de sus actos. Todo gobierno, para mantener una eficiente administración,
debe contar con individuos íntegros”, afirmó.
Los alumbrantes acercaron
los dones de pan y vino hasta el altar junto con ofrendas de agua mineral y
elementos de limpieza, que serán destinados a la atención de los peregrinos.